Un mundo en transición - La invitación

Al ver lo que está pasando en el planeta creo que es evidente que estamos en un momento de cambio sin precedentes. Un momento en el que los cambios suceden a velocidades que no habíamos visto antes y hay crisis en múltiples niveles que están sacudiendo los cimientos de nuestra civilización.

Siento que este momento nos está invitando a revisar 3 cosas:

  • Nuestra visión sobre el mundo: cuales son las historias y paradigmas sobre los que hemos construido nuestra civilización

  • La relación con nosotros mismos: explorar quien somos, que tan conectados estamos con nuestra esencia

  • La relación con los demás seres con los que compartimos esta experiencia (seres humanos, los demás reinos de la naturaleza, el planeta en general): cuales son los valores que rigen estas relaciones

En términos de la visión del mundo, podemos hacernos preguntas como: ¿Estamos realmente separados - de la fuente creadora, de los demás seres humanos, de la naturaleza? ¿Es realmente la humanidad la única y/o máxima expresión de inteligencia sobre el planeta? ¿Necesitamos dominar y competir para sobrevivir?

En cuanto a la relación con nosotros mismos, la gran pregunta es ¿Quién somos? ¿En dónde está anclada nuestra identidad? ¿Cuál es el propósito que trajimos?

Y el tercer punto, ¿Cómo nos relacionamos con los demás seres? ¿Cuáles son los principios y valores que rigen las relaciones humanas hoy en día? ¿Cuáles son los valores que rigen nuestras relaciones con los seres que tienen formas diferentes al ser humano?

Las repuestas a esas preguntas están presentes en la realidad y la forma de vida que hemos construido en el planeta. Lo que sucede hoy nos está mostrando diferentes áreas de nuestra experiencia individual y colectiva que necesitamos sanar.

Si pensamos en la humanidad como un único ser cuyo desarrollo es comparable con las etapas de desarrollo del ser humano, podemos decir que nos estancamos en la etapa de la adolescencia; una etapa natural e importante del desarrollo, que tiene un principio y un fin. En nuestro caso colectivo, nos hemos quedado en esta etapa más tiempo del necesario, y la vida con su impulso evolutivo nos está diciendo que es hora de madurar. Cuando este impulso evolutivo se encuentra con esos espacios en donde nos hemos quedado estancados, se produce tensión; y cuando esa tensión no puede resolverse orgánicamente, se generan las crisis que vemos hoy.

Las situaciones que vemos hoy: tensiones y conflictos geopolíticos, desigualdad, pérdida de biodiversidad, desequilibrio económico, etc. no son nuevas. Son situaciones que han estado presentes en nuestra historia por un largo tiempo. La diferencia es que ahora, todo esto que no hemos resuelto completamente, es altamente visible y la poli crisis nos pide que lo reconozcamos y resolvamos.

Para crear un mundo diferente, el mundo en el que todos queremos vivir y que en el fondo de nuestro corazón sabemos que es posible, necesitamos madurar, asumir lo que creamos, procesarlo, integrar sus aprendizajes y abrir la puerta a la verdadera innovación. La innovación que puede crear un futuro que no es la repetición del pasado.

Estamos viviendo un momento único en la historia de la humanidad y de este planeta del cual somos parte. Estamos atravesando el canal de nacimiento a una nueva civilización, una civilización construida sobre los aprendizajes y sabiduría de todos los ancestros que estuvieron aquí antes que nosotros, una civilización que es la expresión de nuestra verdadera esencia, una civilización de amor.

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